Nada firme, confiado. Una brazada tras otra. Casi puede escuchar los latidos de su corazón a ritmo de cada respiración y patada. No hay nada como ser un buen nadador.. La concentración, se sabe, ya es una gimnasia que lo acompaña cada vez. No cuesta nada la concentración..
De pronto bracea en falso..ésto no estaba previsto..! Intenta recuperar esa millonésima de ritmo, pero una pequeña ola le mete agua en el oído, más allá de lo esperado. Todo se convierte en un repentinísimo malhumor insostenible. El mar que parecía una mancha de aceite bendecida por el atardecer, se convierte en un bravo oleaje incomprensible, con vientos de todos lados y se cierra el cielo color negro absoluto. Ni la luna ayuda, tapada por una gruesa sábana invernal de nubes, que se ríen a carcajadas pero sin hacer relaámpagos, para no iluminar.. El agua se torna fría, y súbitamente aparece el terror.. no es tan fácil nadar..no.. ni una boya cerca, nada de donde asirse. Sólo cansancio, y el terror de saber que ya habíamos dejado éstos miedos atrás..
Claro..
No los habíamos dejado atrás..
No se pierde un segundo. Mantenerse a flote y contar hasta diez. Diez más.. ahora hasta cien. Más lento.. .. . . Y entonces la calma..
Ya no importa nada el resto. Sólo mantener la cabeza fuera del agua. Ya nadaremos después. Parecía que ésto no iba a pasar nunca más.. Cuándo fué la última vez? Hace.. Ayer!
Sobreviene una carcajada.. Franca. Honesta.
Y mañana no se acordará de nada de todo eso. Y volverá
a nadar con esa extraordinaria brazada segura..